Lady Susan Wellesley era digna hija de su padre: obstinada, apasionada e irreverente, no solo compartía las afamadas «virtudes» del duque, sino también, aquel carácter indómito que la llevó a rehusarse rotundamente a un matrimonio arreglado.
Henry Hervey, reciente marqués de Bristol, se sentía acorralado con el ultimátum de su familia en relación al matrimonio. Ya le habían escogido prometida y, con su nuevo e imprevisto título nobiliario, no tenía otra opción más que acceder a conocer a la dama en cuestión.
Pensando que ya nada podía agravar su situación, el destino lo sorprende cuando conoce a la flamante candidata y todo se vuelve peor, cuando la joven se niega tajantemente a convertirse en su esposa.
Con tantos problemas encima y los augurados con el carácter de la muchacha, hubiera sido más fácil si solo rompía el compromiso. Sin embargo, le encantaban los desafíos por lo que, la idea de domar a aquella fierecilla de belleza exótica le resultó divertido, hasta que descubre que existe un secreto que los une.
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