Tyler Brooks , agente federal de la Agencia Nacional de Seguridad Cibernética (ANSC), es trasladado al pequeño pueblo de Wellingtonville para llevar a cabo una investigación sobre el terreno. Desde ese lugar, se están registrando ciberataques contra la mismísima Wall Street.
El problema para el agente Brooks no es infiltrarse entre los vecinos. Tiene coartada. Sin embargo, nadie le advirtió que eso conllevaría tener que convivir con una guardería a escasos metros de su lugar de operaciones.
A pesar de todo, el problema no son los niños, ni los dinosaurios voladores, ni siquiera las canciones de María tiene un corderito y El viejo MacDonald y su maldita granja, que le taladran el cerebro. El problema es ella, Lizzy Stone , la directora de la escuela, que, desde el primer momento en que la vio, ha conseguido volverle loco, ha revitalizado su espíritu y le ha hecho recordar lo que ya tenía olvidado.
Sin embargo, Lizzy tiene muy claro que, si tiene que parar los pies a su odioso y malhumorado vecino, de ojos azules y penetrantes, lo hará. Sus alumnos están por encima de la tranquilidad de ese estirado que va de perdonavidas.
Un pequeño pueblo de Estados Unidos.
Una escuela infantil.
Un francotirador en miniatura.
María tiene un corderito .
Thrash metal .
Ciberataques y hackers muy frikis.
Cookies de chocolate recién hechas.
Un sheriff que lee a Nicholas Sparks .
Un Pontiac Fiero .
Y dos personas rotas que ya no creen en el amor.