Todos los noviembres | Dulce Martínez

UXÍA

«Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo. Han pasado ya casi quince años desde la muerte de Amaro, cinco desde la de mi madre, tres desde que a mi padre le dio el achuchón y casi uno desde que lo dejé con el idiota de mi ex, afortunadamente».

Está a punto de comenzar la recogida del kiwi, como siempre en estas fechas. Eso significa un montón de trabajo y problemas. Y como si no tuviese suficiente lidiando con el estrés de estas fechas, las cuentas que no dan, la producción que sigue por debajo de los márgenes y la presión que significa llevar un negocio de este tamaño, ahora tengo que lidiar con ese hombre al que mi padre ha contratado para la finca por su cuenta. Estoy segura de que no es temporero. Lo que ya no estoy tan segura es de lo que me hace sentir.

TORRE

Tendría que estar con mis primos de fiesta en el Levante y no aquí, al suroeste de Galicia, recogiendo kiwis mientras intento conseguir algo de información para el expediente que me ha tocado de rebote en mi trabajo.

Y tendría que quitar los ojos de encima de Uxía si no quiero complicarlo todo.

El trabajo es el trabajo y las distracciones no son buenas, aunque a veces son inevitables.

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