«Pero me arriesgo a caer en el error de declarar que yo soy todo aquello de lo que no me arrepiento.»
Iván vive habitado por la furia . No se trata de simples momentos de enojo , más o menos transitables, sino de un sentimiento turbio y feroz, que proviene de su incapacidad para aceptar el sinsentido de la vida . Y, también, del tumor canceroso que le aplasta la amígdala.
Un mal día, exasperado por el ruido de la aspiradora que ruge en el departamento arriba del suyo, comete un acto terrible: mecánicamente busca un bote de tíner y lo vacía frente a la puerta de su vecina para después prenderle fuego. La vecina muere en el incendio que ocasiona, pero Iván logra escapar a Israel, gracias a la ayuda de su adinerada familia y del Comité Central . El escondite, sin embargo, le dura poco, pues el video de seguridad que lo inculpa se difunde en Facebook , causando una voraz ola de indignación.
Siento la furia bostezar es una novela que reflexiona con descarnada lucidez en torno a los salvajes privilegios de las clases altas, a la malvada banalidad de las redes sociales , a veces disfrazada de justicia social, y a las posibilidades de nuestro libre albedrío. Con estos elementos, Iván Cherem hubiera podido escribir una fábula, un complaciente relato de redención moral, y en cambio hizo algo más arduo y riesgoso: una ficción con la que escarba en sí mismo.