Las leyendas viven entre nosotros.
Una muchacha. Una bastarda. Una princesa.
Alana perdió a su madre demasiado joven. Desde entonces, reside con su padre en el palacio y aunque la llaman «princesa», nunca se ha sentido así. Pero siempre llevará consigo a su dragón. Desde que era niña, ha estado vinculada a un dragón. Pocos pueden decir algo así. El dragón Legendario del Fuego, ni más ni menos. Pero ¿será eso suficiente? ¿Será ella suficiente?