Nico O’Rourke sabe lo que significa sacrificio. Nacido en una familia numerosa y con pocas posibilidades a su alcance, ha tenido que construir su futuro en el deporte trabajando duro y esforzándose más que nadie.
Max Stanford nunca ha tenido que hacer sacrificios. Nacido en una familia privilegiada, siempre ha tenido todo lo que ha necesitado, excepto la única cosa que desea con todo su ser: que alguien realmente lo vea.
Nico sabe que la más mínima distracción podría arrebatarle todo lo que ha logrado y lo que anhela, por eso no está contento de tener que compartir su espacio con un músico irreverente y desordenado que parece coleccionar chicos diferentes todas las noches.
Max sabe que es atractivo, que no tiene que hacer ningún esfuerzo para llevarse a casa a un chico y sabe que es difícil resistirse a él, a menos que se trate de su nuevo compañero de piso heterosexual, hermoso como el sol, dulcemente torpe y auténtico como nadie, y que simplemente no puede sacarse de la cabeza.
Max no debería ocupar todos los pensamientos de Nico, no debería despertar ciertas emociones en él y sobre todo, Nico no debería desear besarlo cuando están tan cerca, porque si hay algo de lo que Nico está completamente seguro, es de que siempre le han gustado las mujeres.
O tal vez no.