Los más destacados columnistas españoles homenajean a su amigo y compañero David Gistau, el más brillante de todos ellos. Relatos, reflexiones sobre la profesión periodística, recuerdos sobre el amigo ausente, humor, autoficción… en una antología tan diversa, desenfadada y sorprendente como el perfil de estos periodistas que quizá a partir de ahora conoceremos como Generación Negroni.
Emilia Landaluce, Jorge Bustos, Karina Sainz Borgo, Sergio del Molino, Cristian Campos, José Ignacio Wert Moreno, David Mejía, Jesús Nieto Jurado, Rebeca Argudo, José F. Peláez, Juan Soto Ivars, Rubén Amón, Ramón Palomar, A. J. Ussía, Chapu Apaolaza, Guillermo Garabito, María José Solano, Jesús Fernández Úbeda, Jesús García Calero, David Lema.
No hay un hilo específico que hermane a los escritores que están en este libro; ni siquiera los textos elegidos por ellos mismos para construirlo. Es el nombre Gistau, o su espíritu. Sólo eso. O es, tal vez, la franja de tiempo, el momento en que estos escritores y periodistas se desenvuelven, miran, escuchan, pelean.
Lo asombroso de Generación Negroni es que da cabida a voces distintas, pero todas inteligentes, todas profundas, que tienen la humildad profesional de hermanarse bajo la sombra benéfica, la mirada entrañable de David Gistau.
Por eso éste me parece un libro de extraordinario interés referencial. De sus textos se desprende una lucidez temprana y, como en los de Gistau, mucha base: amplia y bien digerida cultura. Todos los aquí firmantes son lectores, cada cual con sus gustos, sus querencias y sus derrotes; pero se les adivinan los libros bien leídos y el respeto por el lector en todo cuanto escriben. Y debo añadir algo que me parece fundamental: no he sido capaz de advertir en ellos sectarismo alguno, ni siquiera cuando defienden posiciones de las que podríamos llamar conservadoras o progresistas, pues de todo hay. En ninguno he visto intransigencia ni arrogancia; y el simple hecho de que acepten figurar juntos en el índice de un mismo libro, amparados por un simbólico negroni —esa bebida que David Gistau adoraba y que elevó a la categoría de mito—, dice mucho de ellos. De su humildad profesional, de su forma de entender el columnismo y el país donde viven y trabajan. De su talento. De su manera admirable de ser escritores españoles.
Del prólogo de Arturo Pérez-Reverte