A veces, las mejores historias de amor comienzan con una mentira.
Alejandra Prado lo tiene todo y siente que no tiene nada.
Irene Verdejo solo tiene a su hijo, y hace lo que sea necesario para sacarlo adelante, incluyendo prostituirse.
Cuando la hija menor de los Prado es fotografiada en actitud cariñosa con una prostituta de lujo, Ernesto Prado ve amenazada la salida a bolsa de su farmacéutica y elabora un plan en el que obliga a las dos mujeres a fingir una relación con el fin de evitar que la prensa especule y dañe la reputación de la familia.
Irene acepta el pacto para proteger a su hijo. Alejandra para proteger a Irene, y lo que empieza con una relación fingida llena de situaciones tensas y reproches, pronto empieza a dejar paso a la espontaneidad y la complicidad, provocando que ambas teman el momento de zanjar el pacto.