Carlota
Crecer a su lado fue maravilloso, hasta que un día dejó de serlo: cambió, se alejó de mí y se llevó una parte de mi vida a la que no estaba dispuesta a renunciar. Nunca creí que eso cambiaría hasta que, la llegada inesperada de una Luna reticente a nuestra manada, nos obligó a volver a estar cerca el uno del otro. ¿Era mi oportunidad para descubrir qué pasó? Benjamín se resiste a mis preguntas tanto como a mi presencia, pero la intensidad forma parte de quien soy y no pienso reprimirme más. ¿Por qué no podría una chica ir, abiertamente, a por lo que quiere?
Benjamín
Me enamoré de Carlota antes de saber, siquiera, lo que eso significaba. Que su alegría zumbara a mi alrededor era todo lo que necesitaba para estar bien, por eso, cuando todo se torció, supe que tenía que alejarme de ella. Prometí no dañarla jamás aunque eso significara protegerla de mis propios demonios. Carlota me ofrece su luz, se niega a desistir, y descubro que la pasión es un sentimiento tan intenso como la ira. ¿Es el amor capaz de romper las barreras que ha impuesto un pasado lleno de abandono y vergüenza?
«—¿Y si no quiero? —dijo con lujuria. Juro por la Diosa que aquella chica no era la Carlota que yo conocía. —Entonces tendré que hacer algo que no quiero hacer —di un paso adelante—, y no te va a gustar. Cogió dos de las tiras delanteras de mi vaquero y me empujó hasta provocar que mi cuerpo chocase contra el suyo. Tuve que apoyar las palmas en la pared para sentir que aún mantenía un poco de control sobre aquella situación, y que ella no me estaba manejando a su antojo. Pero lo hacía. Después ofreció a mis labios resecos una lamida que les devolvió un poco de la hidratación que pedían a gritos. —¿Cómo sabes que no me va a gustar, Ben? No estás en mi cabeza. ¿Cómo sabes que no es lo que deseo? »
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