Cuando el rey de una horda bárbara resulta ser inesperadamente sexy…
Yo solo quería detener una guerra.
Cualquier princesa sensata habría hablado con su padre y le habría suplicado que entrase en razón. Yo, por otra parte, hago lo que no debería en absoluto hacer: coger mi caballo y abandonar la seguridad de mi castillo para parlamentar con el enemigo en persona.
Solo que la horda bárbara esperando a asediar nuestro hogar resulta ser más grande de lo que esperaba… Y estar tremendamente descontenta cuando yo dejo incapacitados a una docena de sus mejores hombres.
Así que me llevan ante su rey… Y allí es donde mis planes se vienen abajo.
En lugar de declarar mis intenciones de ayudarles a liberar a su hermano de las mazmorras de mi padre, dejo caer un desafío a los pies del rey.