Declan O´Malley ha perdido mucho en los dos años anteriores. ¡Quita eso! Su vida ha sido una de perder, a pesar de lo que las apariencias dicten.
Sí, en el exterior es un hombre apuesto, elegante, seductor, con millones en el banco (que no puede tocar en su mayor parte, porque el FBI… Joder, de pensarlo se pone de malas).
Está cansado y dispuesto a tomar el asunto entre manos, así deba actuar como un hombre sin corazón. Davagh es su empresa, la niña de sus ojos. La construyó desde sus cimientos, tiene su sangre y sudor, y es lo único que puede considerarse suyo de verdad.
Atrás quedó su pasado con la mafia que su padre lideró con sadismo, y solo el vínculo con su familia materna se mantiene, un recordatorio de que no se pueden cortar amarras de manera total.
No tolera más esperas. Va a ir por lo que quiere y le pertenece, y si tiene que ser implacable y usar a esa mujercita, la forense contable… Que así sea.
Adele vive para trabajar y leer, además de salir con sus amigos a divertirse de tanto en tanto. Si, su labor es estructurada y minuciosa, pero le gusta. Cree estar haciendo algo para mejorar el mundo, aunque sea un grano pequeño en un desierto.
Su vida romántica es… Limitada. Bien, bien, inexistente, como su prima gusta de repetir. Por eso cuando ese hombre vibrante, guapísimo, elegante, se interesa en ella, sus sueños parecen cobrar vida… No sabe que será una pesadilla que la hará perderse. ¿Se puede ser tan ciega en pos de una fantasía? Al parecer sí.
Pero ese hombre no la conoce bien… No sabe que ella es arcilla blanda en las manos correctas, y acero puro cuando le rompen el alma. ¿Cómo iba él a saber el error que cometía, si ella misma no tenía idea de su resiliencia?
La historia de Declan O´Malley: caída y restauración de su imperio, y de como una arqueóloga forense hará su vida un infierno… En varios sentidos.