Crueles confesiones: Tú eres mía, nena (Las Vegas Lovestories 8) | Rebecca Baker

¡Estaba mirando a mi jefe por el ojo de la cerradura de la ducha y me ha visto! ¡Qué vergüenza! Inmediatamente me doy a la fuga.
Pero lo peor de todo es el mensaje de voz que envío accidentalmente después, que me hace volver a pensar en ello “intensamente”.

Mi nuevo trabajo como asistente personal del multimillonario Joshua Davis es una auténtica pesadilla. Siempre pasa algo malo con el apuesto playboy: estoy a punto de dejar el trabajo, pero sigo queriendo ir de viaje a Las Vegas con toda la plantilla y soltarme la melena a costa de la empresa.

Tras unos cócteles en el bar del Mirage y una tonta ronda de “verdad o atrevimiento”, tengo que coger una toalla en la sauna masculina y ver a mi jefe en la ducha.

No sólo tiene muy buen aspecto y bonitas proporciones, peor aún: me ha visto observando y salgo corriendo a esconderme en mi habitación.

Pero la cosa no acaba ahí: en mi habitación, bajo la manta, imagino lo que podría hacerme y, sin querer, le envío un mensaje de voz. Cuando me doy cuenta, el mensaje ya tiene dos ticks azules.

A la mañana siguiente, me cita para una reunión personal. A solas. En privado. En su suite. Deja claro que le ha gustado lo que ha oído y exige venganza por lo de la ducha. Aquí y ahora.

Oh Dios, ¿qué se supone que debo hacer?

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